El abuso de poder y autoridad crea fantasmas, personas que se han visto obligadas a ser entes, menos que sombras, todo aquello a lo que se acercan el poder lo marchita, quieren destruir a la persona dañando siempre lo que más quiera, lo que más importe.
Así aprendemos de nuestros enemigos, porque recordamos aquello que nos hicieron y que nunca tuvimos oportunidades, mucho menos defensa. Las oportunidades no existen, nacen, en la defensa solamente existe el deseo y la voluntad de devolver aunque solo sea una pequeña parte de todo el daño recibido.
Entonces aprendemos, somos capaces de reconocer al enemigo y aprendemos de todo aquello que nos hace, comprendemos que la determinación que nos sobra les falta a ellos pues solamente hacen daño desde una posición de poder, hasta el día en que lo pierden, siempre que se abusa del poder se pierde.
Si supieran el poco tiempo que les queda para que su mundo se venga abajo llorarían como mierdas pequeñas que son, mierdecillas acostumbradas a que las personas sirvan de alfombras y tengan siempre miedo y lo demuestren mirando al suelo, temblando ante la presencia del amo.
Y entre amos y perros esperan mantener su poder mucho tiempo, desconociendo que la determinación de los fantasmas que crean cada día, hace que su tiempo expire tan rápidamente, que mucho antes de divisar el problema, el problema fue activado como gusano que mejorará el mundo haciendo de su putrefacción un vergel.
Y creían que estaban a salvo dentro de su castillo, cuando simplemente tenían un caballo de troya dentro sus puertas, llenas de túneles y trolling. La guerra había acabado mucho antes de empezar y los que abusaban ni siquiera intuían la que se les venía encima.
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